De la necesidad de una educación sexual integral

De la necesidad de una educación sexual integral

El pasado sábado 4 de julio participamos en un directo de Instagram entre Eva (@intensssamente) y nosotras (@sexualidadconsentimiento) enmarcado en su proyecto de divulgación “empápa-té”, hablando sobre educación sexual integral y de calidad.
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El pasado sábado 4 de julio participamos en un directo de Instagram entre Eva (@intensssamente) y nosotras (@sexualidadconsentimiento) enmarcado en su proyecto de divulgación “empápa-té”, hablando sobre educación sexual integral y de calidad.

Para quienes no pudisteis vernos, os dejamos aquí los links de acceso a la entrevista grabada:

Parte I (59min): https://www.instagram.com/tv/CCN2OM7oExD/?igshid=64q12hvitj

Parte II (15min): https://www.instagram.com/tv/CCN4TggIFgh/?igshid=hqgfc8d58v8s

Si no eres mucho de ver vídeos, o no tienes tiempo, ¡no te preocupes! En esta entrada te contamos un poco sobre qué hablamos.

Como reza el título y como indicamos antes, en el directo abordamos la necesidad de una educación sexual integral y de calidad desde la primera infancia y a lo largo de todo el ciclo vital. Recordemos que somos seres sexuados y sexuales durante toda la vida, por lo que pensar que la educación sexual es necesaria sólo en una etapa concreta es un grave (y común) error.

¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de educación sexual integral?:

  • Recibir una educación sexual desde la más tierna infancia. Sí sí, a partir de los 2 primeros años de vida podemos hacer educación sexual; de hecho no hacer educación sexual es una (deficitaria) forma de hacerla. Es más, cuando creemos que no estamos haciendo educación sexual porque evitamos hablar de ello, hacemos con niños y niñas “lo normal”, “lo que se ha hecho toda la vida”, les regañamos si se tocan, tenemos comentarios despectivos o, en el mejor de los casos, respetuosos pero sólo ante situaciones explícitas y puntuales sobre homosexualidad o transexualdiad, mostramos pudor ante situaciones sexuales, relacionamos lo genital con emociones desagradables, encarnamos y enseñamos roles estrictos y desiguales de género…; sí, estamos haciendo educación sexual, a nuestro parecer no la más adecuada. Igual de necesario es ofrecer una educación sexual donde todos los agentes sociales estén implicados: familia, escuela, centros comunitarios, centros de salud, etc.
  • Entender el sexo no sólo como conducta (“eso que se hace”) sino como una realidad inherente a toda persona, un continuo que fluctúa y se desarrolla con sus matices y peculiaridades a lo largo de toda la vida, por el hecho de habitar un cuerpo, estar sexuado y generizado, vivir esa sexualidad en un contexto determinado, vivir la erótica y la amatoria de una u otra manera… El sexo, la sexualdiad, va mucho más allá de las prácticas eróticas (también importantes), por lo que la educación sexual no puede ocuparse únicamente del “hacer” sino también del “ser” sexuadx.
  • Acercarse a ese “ser” de manera inclusiva con la diversidad, no como un mero gesto de visibilización (que también) sino de profesionalidad e integridad. La diversidad (de identidades, de corporalidades, de orientaciones, de capacidades…) es la norma; es lo frecuente, es lo humano.
  • Trabajar esa educación sexual desde una mirada de género(s) que flexibilice y cuestione los roles, que favorezca relaciones igualitarias y erradique el machismo y la misoginia, que permita cuestionarnos y cuestionar las relaciones entre los géneros, que sea el empuje para construir sociedades más justas, menos dañinas. (Si te interesa este tema, puedes echar un vistazo a nuestra entrada de blog “¿Cómo nos afecta la educación sexual recibida? Revisando el género” del 15 de junio).
  • Que en ese “sexo que se hace” se aborde el cuerpo y la erótica más allá de la genitalidad; pero además, que se resignifique la genitalidad y lo sexual desde lo positivo. Que fomente la autonomía y el autoconocimiento corporal y genital desde la naturalidad, la libertad y la exploración sana, y no desde la moral, la culpa, el asco o la vergüenza.
  • Que fomente la toma de decisiones libre, informada, responsable y crítica sobre aspectos relacionados con la vida sexual y erótica.
  • Que se entienda como parte fundamental del proceso de aprendizaje de niñes y personas adultas, así como elemento clave en la salud y bienestar individual y colectivo.
  • Que se apoye en los Derechos Sexuales y Reproductivos.

En definitiva, una educación sexual integral necesita beber de la Sexología como rama científica y profesional para abordar lo sexual, y de Pedagogías feministas y de la diversidad que ofrezcan herramientas conceptuales, psicológicas, emocionales, sociales, habilidades y actitudes que permitan ver, pensar y comprender el mundo y actuar en él, tanto individual como colectiva y comunitariamente.

Dicho esto, se hace necesario conocer el punto de partida general en cuanto a educación sexual para establecer pautas o acercamientos a la sexualidad desde un prisma de educación sexual integral. A grandes rasgos, podemos decir que la educación sexual recibida, al menos en nuestro contexto, tiende a ser invisible e invisibilizadora, evitativa, con connotaciones negativas, no permisiva con las vivencias sexuales infantiles (p.e: la autoexploración) ni con ciertas vivencias adultas (p.e: aquellas que se salen del modelo del coito como práctica por excelencia), con pocos o ningunos modelos de diversidad e igualitarios; lo que nos lleva, también a grandes rasgos, al desconocimiento o vivencia negativa hacia el propio cuerpo y hacia la genitalidad; la heterosexualización e hipersexualización infantil y adulta; el aprendizaje de roles rígidos (y discriminatorios) de género y sexualidad; la ausencia de referentes positivos de orientaciones, identidades y corporalidades; unas papupérrimas habilidades sociales y emocionales en torno a lo sexual; una educación sexual basada en mitos e información poco contrastada; y una primera toma de contacto tardía.

A modo de resumen, os dejamos aquí algunos temas que consideramos clave a la hora de abordar la educación sexual y que compartimos con mayor profundidad en el Directo:

Infancia (de 2 a 10-12 años aprox.):

  • Autoconocimiento, autonomía y autoexploración corporal infantil.
  • Modelos de diversidad corporal e identitaria.
  • Modelos flexibles de género y fomento de los buenos tratos.
  • Prevención de abuso sexual infantil
  • Acercamiento a la educación menstrual como parte de la educación sexual.
  • Gestión emocional.

Prepubertad y pubertad (de 10-12 a 16-18 años aprox. pudiéndose ampliar a los 25 años):

  • Autoconocimiento del cuerpo y sus cambios.
  • Modelos de diversidad corporal, sexoafectiva y de géneros.
  • Prevención de la violencia de género.
  • Erótica global. Límites y asertividad sexual. Prevención de abusos.
  • VIH-ITS, salud sexual y reproductiva.
  • Naturalización y visibilización menstrual.
  • Gestión emocional.
  • Derechos sexuales y reproductivos.

Adultez y vejez: si bien es cierto que en el Directo no abordamos esta etapa, cabe señalar la necesidad de interiorizar que la educación sexual, como la sexualidad, es importante y debe estar presente también en esta etapa de la vida. Una etapa que, por sus niveles de desarrollo, experiencia y madurez general permite un redescubrimiento de unx mismx y de sus placeres, un reencontrarse en otros roles, una capacidad para resignificar mitos y desterrar prejuicios, una mayor permisividad con unx mismx y con lxs demás… Además, en esta etapa se siguen produciendo cambios corporales que debemos abordar y asumir, así como elementos en cuanto a la erótica y la amatoria característicos a estas edades. Por último, la necesidad de acercarnos a la sexualidad en la vejez (¡otro gran tabú!) con naturalidad, respeto y sobre todo ganas de seguir aprendiendo y disfrutando.

¡Y es que la educación sexual es un derecho, y la sexualidad un camino maravilloso que debemos aprender a disfrutar!

*Si te has quedado con ganas de más, visita nuestro IG @sexualidadconsentimiento

*Si quieres que profundicemos en alguno de estos temas, déjanos un comentario en esta entrada.